Excluidas desde 1869 por el Código Civil de Vélez Sarsfield y colocadas en una posición de subalternidad que demandó luchas individuales y colectivas, las mujeres argentinas recorrieron un largo camino hasta lograr el reconocimiento de sus derechos.

Algunos proyectos de ley de principios del siglo XX, presentados en su mayoría por  legisladores provenientes del socialismo, intentaron modificar esta situación. Basta mencionar cuáles eran las reformas que proponían para describir la precaria situación en la que se hallaban las mujeres. Mientras en el Congreso Nacional se discutía la libertad de acción sobre sus bienes, el país se preparaba para dar un gran salto hacia una forma más “democrática” de gobierno. La ley Sáenz Peña, sancionada en 1912, aseguraba el acceso al voto universal, secreto y obligatorio. Con un detalle: las mujeres no eran consideradas el sujeto “universal”. Condiciones similares en el ámbito laboral y en el político dieron forma a los primeros programas de lucha de estos movimientos, impulsados por una imperiosa necesidad de conquistar la emancipación.

Derechos políticos

La lucha de las mujeres por la obtención de los derechos políticos se remonta a 1862, cuando en la provincia de San Juan las ciudadanas participaron en las elecciones municipales. Sin embargo, la prohibición y exclusión de las mujeres de la esfera política se extendería a lo largo de casi un siglo.

En la conquista del voto femenino es imposible soslayar la tarea del Consejo de Mujeres presidido por Cecilia Grierson y las presentaciones de varios proyectos de ley ante el Congreso. También, la creación del Comité Pro Sufragio por parte de Alicia Moreau de Justo. Fueron célebres las estrategias de la Dra. Julieta Lanteri para sortear las restricciones que le impedían votar. Lanteri, que era inmigrante italiana, solicitó la carta de ciudadanía pero, como la oposición al voto femenino era unánime, el Estado estableció una nueva norma: comenzó a exigir en los comicios la libreta de enrolamiento, que se otorgaba solo a los varones. Ante este nuevo obstáculo, Lanteri decidió presentarse como candidata a diputada, ya que la norma no hacía referencia a esta cuestión. Aunque el Colegio Electoral no oficializó su boleta, Lanteri no se intimidó. Años más tarde fundó su propio partido y volvió a presentarse a las elecciones de 1920 y 1926, en las que obtuvo 1313 y 684 votos respectivamente. De esta manera, se convirtió en la primera mujer en votar y ser candidata a un cargo público en América Latina.

Luego de esto, se presentaron ante el Congreso de la Nación numerosos proyectos de ley persiguiendo la inclusión de las mujeres en el término “universal” del voto. Muchos llevaban la firma de Victoria Ocampo, otra gran defensora de los derechos de las mujeres. Sin embargo, la promulgación de la ley no sucedería hasta 1947, gracias al compromiso de otra irreverente militante: Eva Duarte de Perón. En 1951 las argentinas participaron por primera vez en las elecciones presidenciales gracias al incansable activismo de una multitud de mujeres congregadas en el Congreso y organizadas en el Partido Peronista Femenino, sin duda, una de las organizaciones políticas de acción feminista más importantes del siglo.

Nuevos cambios en la política permitieron que las mujeres ocuparan cargos de relevancia incluyendo la presidencia del país. En 2017, se sancionó la Ley de Paridad de Género, que establece la igualdad de bancas ocupadas por hombres y mujeres. 

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