Educación: un proyecto revolucionario
A pocas semanas de la Revolución de Mayo, Mariano Moreno escribía, en un artículo titulado “Educación”, publicado el 13 de septiembre de 1810 en La Gazeta de Buenos Aires, con el que la Junta de Gobierno anunciaba la creación de la Biblioteca Pública de Buenos Aires, estas palabras: “Toda casa de libros atrae a los literatos con una fuerza irresistible, la curiosidad incita a los que no han nacido con positiva resistencia a las letras, y la concurrencia de los sabios con los que desean serlo produce una manifestación recíproca de luces y conocimientos, que se aumentan con la discusión, y se afirman con el registro de los libros, que están a mano para dirimir las disputas. Estas seguras ventajas hicieron mirar en todos tiempos las bibliotecas públicas como uno de los signos de la ilustración de los pueblos, y el medio más seguro para su conservación y fomento”. En los siguientes meses, muchos ciudadanos comprometidos con el curso de la Revolución ofrecieron sus libros familiares para que, requiriéndolos de los anaqueles de la nueva institución, todos aquellos dispuestos a esforzarse en el camino del conocimiento pudiesen ilustrarse mediante el trabajo de la lectura.