El creador de Patoruzú, Dante Quinterno, fue caracterizado por quienes trabajaron con él como un hombre exigente, extremadamente perfeccionista, obsesivo y de un gran romanticismo. Se dice que valoraba profundamente la posibilidad de conservar un bajo perfil, razón por la cual fueron raras las ocasiones en que su pudor le permitió prestarse para reportajes.
A continuación, podrá no solo leer algunas de las pocas entrevistas que el autor concedió a las revistas Viva, Sintonía y Aconcagua, sino que también podrá reproducir el video protagonizado por Guillermo Roux, quien relata su recorrido como dibujante y su relación con Quinterno y otros maestros dibujantes de la época. Finalmente, podrá escuchar la entrevista al curador de la muestra presencial A todo Patoruzù, el especialista José María Gutiérrez.
Un día, no sé cuál ni cómo, cayó en mi poder una página de un diario, que más tarde supe era El Mundo, en el cual unos ‘monos’ en tinta china se recortaban atrayentemente en las páginas del mencionado matutino
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Les presté unos segundos de atención, y debo confesar que esas caricaturas ensambladas en una historieta original me hicieron reír ampliamente. Y era que la ‘chispa cómica’ de las leyendas, como el contenido humano de los dibujitos, propiciaban esa magnífica manifestación de un espíritu alegre: la risa. Firmaba esa historieta Dante Quinterno.
Más tarde, día a día, captado por el protagonista de la historieta de Dante Quinterno, que no era otro que el indio Patoruzú, me dediqué a buscar la continuación del episodio anterior, llegando a la conclusión, después de varias observaciones, que Patoruzú era un viejo amigo de todas las familias porteñas, de todos los pibes de la república, y que su fantástica popularidad había determinado que una revista llamada precisamente “Patoruzú”, y dedicada a glosar aventuras del quijotesco personaje indígena, tenía un éxito de venta que superaba a los círculos más exigentes.
Eso llegó a gestar en mi cerebro un deseo: el de la entrevista con Dante Quinterno, el papá de Patoruzú, para solicitarle algunos detalles en torno de “la personalidad del indio bueno”, que tanto quieren los hogares argentinos y a preguntarle también por qué Patoruzú no es trasladado al cine, a la radio y al teatro.
Reportaje a la vista…
Y como jamás me quedo con el deseo de realizar una cosa, llevé a la práctica mi deseo de entrevistarme con Quinterno.
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El papá de Patoruzú no es un hombre muy comunicativo, y sus contestaciones son breves, si bien es cierto que concisas; pero, felizmente, como Billy Kerosene, un conocido periodista deportivo, asistía a la entrevista, las cosas resultaron mucho más sencillas, y fué [sic] Billy quien, con un cariño de gran amigo, me adelantó: “Quinterno es un hombre realmente ejemplar. A los catorce años de edad se inició como ayudante en los estudios del popular caricaturista Taborda, más conocido por el ‘mono Taborda’, y en ese estudio Quinterno, que llegaba al dibujo por intuición, tenía por misión aplicar los negros a los dibujitos hechos por Taborda o sus colaboradores. El niño observador que había en Dante mucho asimilaba, y a los diez y seis [sic] años ya brotaba de su pluma una historieta llamada “Don Serafín”, en la cual hizo su aparición en un plano de segundo orden el buen indio ‘Patoruzú’.
Quinterno a Estados Unidos
‘Patoruzú’ llegó a gustar de inmediato, y eso alentó a Dante a darle importancia de primer plano. Y así lo hizo, conquistando, el indio que veía luz en la revista Mundo Argentino, una popularidad realmente envidiable, que determinó que alrededor del año 1932 Quinterno se propusiera realizar una película de corto metraje de dibujos animados, de una duración de seis minutos. Como no es hombre de dormirse en proyectos, puso mano a la obra, y después de haber realizado miles y miles de dibujitos, al cabo de seis meses pudo ver su película terminada. Pero lloró su gran desilusión: era muy malo el film, debido a la técnica rudimentaria empleada entre nosotros, y por lo tanto los dibujos, que se movían con mucha lentitud, determinaron que Dante archivara ese film, y con los pesos reunidos como caricaturista y autor de diversas exitosas campañas de publicidad de los productos Bayer, se marchara a Estados Unidos con el propósito de aprender a realizar conscientemente los famosos dibujos animados.
La capacidad de Quinterno como dibujante se puso de inmediato en evidencia en Estados Unidos, y logró que la Bayer le encomendara trabajos de publicidad que determinaban que nuestro compatriota ganara hasta tres mil dólares mensuales, en unas contadas horas de trabajo; y a la par, el papá de Patoruzú trabajaba como ayudante de cuarta categoría -simulación que aceptaba gustoso para poder aprender libremente- en los famosos estudios que lanzaban al mundo al popular Spaghetti y a Betty Bood. Afanosamente cubría Quinterno ocho horas de trabajo para embolsar tan sólo veinte dólares semanales en el matador trabajo. Pero su ansia de aprender lo llevaba a eso. Más tarde pasó a ocuparse del puesto de “creador de aventuras” en los flamantes estudios de Walt Disney, de donde pasó por fin a Buenos Aires de regreso de su jira [sic] triunfal; cosa que sucedió en los comienzos del año treinta y cinco.
De regreso ya de nuevo en Buenos Aires, Dante comenzó a preparar para el diario “El Mundo” su famoso Patoruzú, y su éxito fué [sic] realmente una sorpresa mayúscula. Las cartas de aliento y felicitación se sucedían constantemente.
Y toda clase de admiración y estímulo llegaban de diversos sectores al humorístico creador del quijotesco indio: lo cual determinó que un buen día ‘Patoruzú’, en formato de revista moderna, saliera a la venta. Éxito clamoroso. Se pusieron en circulación sesenta y siete mil ejemplares, que a las cuatro horas habían sido agotados por la demanda del público y determinaban la protesta de los vendedores que solicitaban nuevos números para la venta. Hoy ‘Patoruzú’, que al principio salía mensualmente, es una revista quincenal que tira ciento treinta mil ejemplares, y que posiblemente haga su aparición todas las semanas.
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-Ante tanta popularidad de Patoruzú, ¿no ha pensado usted, Dante, llevarlo a la pantalla cinematográfica?
-Es uno de mis anhelos, pero que únicamente cristalizaré el día que cuente con elementos técnicos modernos para hacerlo, y que, asimismo, cuente con la colaboración de una decena de dibujantes hechos a mi estilo, capaces de dar vida a los monos que yo trazaría como matriz de la historieta.
- ¿Admite usted, Dante, la posibilidad de llegar a realizar ese deseo suyo y de muchos de miles de ‘hinchas’?
-Tengo la seguridad de realizarlo. A mediados de año pienso realizar un corto viaje a Estados Unidos en cuya oportunidad, entre otras cosas, adquiriré maquinarias y demás elementos.
- ¿Quiere decir que llegará el día en el cual tendremos oportunidad de poder juzgar su Patoruzú haciendo de las suyas en el lienzo plateado?
-Eso espero.
- ¿Hay posibilidad de llevar al teatro al famoso indio bueno de su historieta?
-León Zárate sería un magnífico candidato para animarlo a Patoruzú, pero eso es más improbable, porque, además de confeccionar unos (ilegible) de acuerdo al alma noble de Patoruzú, sería imprescindible que la voz del actor se amoldara a tonalidades que imagino para mi personaje…
-Quiere decir que las posibilidades de llevar a folletines radiales sus historietas…
-Mucho más difícil todavía.
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Y se dilata aún más la amable conversación con el caricaturista de moda buscado por millares de hogares argentinos; pero como la brevedad del espacio, tiránico siempre, llama a la realidad, es imprescindible adornar con un punto redondo y final a esta nota, dejando por ello de mencionar que Patoruzú es producto de un gran estudio psicológico por parte de su creador; dejando asimismo de decir que el triunfo de Dante Quinterno es la resultante de su contracción inquebrantable al trabajo; y pasando por alto algo muy importante…Dante Quinterno compone su historieta famosa para el diario “El Mundo” de un día para otro...y, además es jugador de “rugby”, lo cual quiere decir en pocas palabras, que ustedes, admiradores como yo del quijotesco indio Patoruzu, y de su papá Dante Quinterno, no deben asombrarse el día que no aparezca en el diario la historieta…: eso querrá decir que el jugador mal intencionado de “corazón maula” como diría Billy Kerosene, ha hecho de las suyas.
Epígrafes
Página izquierda: Dante Quinterno, papá de Patoruzú, con la más querida y productiva de sus creaciones.
Página derecha arriba: Y aquí, elocuentemente, pueden apreciar nuestros lectores cómo Dante Quinterno crea al indio bueno que con tanto entusiasmo es aguardado diariamente por miles de hogares argentinos.
Página derecha abajo: En sus ratos de ocio, que son pocos, ciertamente, el ejemplar caricaturista y hombre de empresa juguetea con Patoruzú.
Una sola foto y unas pocas preguntas por escrito son el único hueco que Dante Quinterno dejó cavar a través del muro de su empecinado aislamiento. Pero a partir de esa punta se pudo empezar a desenrollar el ovillo de su historia. La de un hombre que puso en el dibujo tanta pasión como en el campo y en el deporte. La de un caballero, si se quiere, “chapado a la antigua”. La de un padre que educó a sus tres hijos con la misma disciplina y afecto que el Coronel Cañones pretendía aplicar con su sobrino Isidoro, aunque sin éxito, como bien se sabe. La de un editor de éxito obsesivo y perfeccionista, que impuso a sus colaboradores una única condición: amor y respeto por su trabajo. Ese hombre, Dante Quinterno, le respondió así a VIVA después de años de silencio:
¿Por qué eligió a un indio como protagonista de una historieta?
- En aquellos tiempos hacía falta un personaje fuerte, telúrico, con raíces profundas. Así nació el indio que al poco tiempo bautizamos como Patoruzú.
¿No lo hizo muy inocente?
- Patoruzú no es un porteño piola. Refleja el espíritu más puro del gaucho, del hombre en contacto con la naturaleza.
¿Se inspiró en algún personaje real?
- No. Quizás en el personaje que todos quisiéramos ser.
¿Qué tiene Patoruzú que no tenga Superman?
- Patoruzú es un hombre, no puede volar ni viene de las galaxias. La fuerza ante una injusticia le nace de su interior, de las enseñanzas que le transmitieron sus ancestros. Si es necesario, se transformará en un huracán para vencer a las fuerzas del mal.
¿Por qué Patoruzú no ha perdido vigencia?
- ¿Ser argentino hasta la muerta tiene vigencia? ¿Ser incorruptible? ¿La nobleza tiene vigencia?
¿Cómo se lleva con la Argentina de 1996 un personaje tan noble como Patoruzú?
- Él siempre luchó contra la corrupción y el mal. Patoruzú todavía tiene esperanza en los argentinos.
Epígrafe de la foto agregado a mano
De izquierda a derecha:
Félix Daniel Frasara famoso deportista, Dante Quinterno y Eduardo Ferro.
Atrás mío – Toño Gallo que dibujó “Cholula” en Canal Tevé, la creación de Mariano de la Torre Carlos (Dante de Palos) y más a mi izquierda Onofre Guratti (dibujante de Lino Palacio).
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Dante Quinterno
Luna de miel en Nueva York, a la pesca de un personaje porteño
Material gráfico. Mucho material gráfico. Antes de que las grandes páginas de los rotativos se partiesen por la mitad con el formato “tabloid”, ya la tipografía, revolucionada, ambulaba por las “sábanas de papel” haciendo al diario más revista. Era necesario atraer al lector sin tiempo, quebrar el cuerpo de un largo artículo con el grabado vistoso de la “estrella” de moda. Y el afán por multiplicar las “figuras” que el público quería, encontró muy pronto necesaria esa tira de buen humor de la historieta cómica.
Con una creación de adolescente argentino, tuvimos en Buenos Aires la primera aventura local, seguida diariamente en caricaturas: “Don Gil Contento”, por Dante Quinterno. Venía en ella el comentario ágil de la actualidad, la cristalización de ese espíritu burlón, tan porteño, que hace exclamar, admirado, a Ramón Gómez de la Serna, humorista profesional, víctima de nuestro buen humor: “¡Ah, esa esgrima porteña, esa terrible esgrima porteña...!” Y es innecesario explicar que el estrafalario literato se refiere al estado latente de la ironía que nos ha hecho famosos y terribles; a esa espontánea y fácil pesca del contraste o del ridículo que, en la imaginaria vida de un muñeco dibujado, puede encontrar cada día magnífica aplicación.
Es por eso que cuando tuvimos la primera historieta argentina de aparición cotidiana, su protagonista fué un símbolo jocoso del momento, contemplado con sana y alegre intención por el artista en esa forma gráfica, que es la más fácil de ver y la más atrayente para seguir…
MUÑECOS CON FIEBRE- Periodistas extranjeros se han sorprendido de una característica de nuestra prensa, que es, si se quiere, reflejo de una peculiaridad del ambiente: la importancia dada a las estadísticas.
Ningún país metodiza tanto sus cifras. No es raro, pues, que Dante Quinterno nos dijera, a poco de iniciada una charla:
- He hecho hasta hoy 38.000 cuadros de historieta; seis años. Los conté haciendo un cálculo sencillo: 4 de “Don Gil” por día, que fueron reemplazados por otros tantos de “Julián de Monte Pío”, a excepción de los sábados en que su aventura se agranda con 12; y, por semana, otra docena de cuadros para “Don Fermín”.
Ahora debo agregar un nuevo personaje, “Isidoro”, tipo de turf.
38000 casilleros fabricados “al día”. A razón de veinte minutos por tira y de tres horas por página. Pero concluídos minutos antes de expirar el plazo para la entrega. En última instancia, como “conviene” a un hombre de redacciones. Así se explica que la primera vez que quise hablar con el dibujante, al contestárseme que guardaba cama pensé en un reposo forzado pero sin el tormento de la interrupción del folletín gráfico. Sin embargo, bajo la acción de los 39 ° de su autor, “Patoruzú” corría disparatadas andanzas.
- Son las mejores que he realizado, las de dibujo más suelto. Tenía reservas, pero eran impublicables por tener como protagonista a un personaje ya desplazado por otro, que coloqué a su lado sin pretensiones, y al cual los lectores encumbraron; después, porque el estilo ya era para mí una cosa del pasado.
- ¿Cuántos llevaban de hechos los monos?
- Cinco meses…
EL MUNDO SIN CONQUISTAR - En 1927, Quinterno, que publicaba una historieta semanal en un difundido magazine, fué [sic] a ver al director de otra conocida revista para ofrecerle un nuevo personaje.
El caricaturista experimentó esa mañana la sensación terrible de un examinando ante la mesa de trigonometría o de derecho penal. Su muñeco fué [sic] objeto de acabada disección y quien le tenía a su cargo era un verdadero crítico en la materia, perfectamente adiestrado en su tecnicismo.
-Pero amiguito, esta cabeza es del dibujante Z y este movimiento de H. En confianza, ¿qué es lo “suyo” aquí?
-…es que yo publico una historieta, a dos páginas, en la revista…
-… ¿qué revista? ¡A ver, chico, una revista de esas!
Y ante la balbuciente labor de Quinterno el temible director exclamaba:
¿Con qué dice usted que “esto” es una historieta? Jovencito, cuando haga usted una de veras, tráigala y veremos…
Eso era hace cinco años. Hoy sus “monos” pueden colocarse al lado de los extranjeros, de prestigio mundial.
EL ALMA DE LA HISTORIETA- “La historieta debe ser acción, debe decir en los trazos más que en las leyendas.”
“En último caso, la importancia del dibujo y del texto puede estar repartida. Pero nunca ha de predominar el estatismo de las figuras, que las convierte en simples ilustraciones de un chiste. Busco la mirada de mis lectores hacia el trazo para que no se contenten con leer. Y para eso se ven precisados a observar las expresiones y hallar la gracia del tema, muchas veces, en su solución gráfica.
“Columba me decía también que no encuentra lógico ese humorismo cuyo efecto está, casi íntegramente, en el epígrafe. El artista sobra allí, porque todo se ha dicho con palabras. Y eso se nota mucho más en un cuadro donde los personajes no tienen donde meterse para dejar sitio a la larga frase destinada a excitar hilaridad.
“Por tal causa me resulta Walt Disney el mejor “historietista” del mundo con su ratón Mickey, que ha popularizado el cine, y en cuyas aventuras van parejas la línea maravillosa del diseño y la agilidad de las escenas. Junto a “El capitán y sus dos sobrinos”, a “Tucuta” y a ese gran acierto de Billy Debeck que constituye el chiquilín ultramoderno; extraordinariamente serio, que adopta “poses” dramáticas y habla con grotesco énfasis de actor dramático”.
UN VISTAZO AL PORVENIR - “Rechazo muchos argumentos por día. Los encuentro banales y tengo la impresión de que la gracia que produjeran sería demasiado barata. Por tal causa es que, minutos antes de empezar mis dibujos no he encontrado aún el motivo. En ese sentido estoy completamente solo y los argumentos me pertenecen por entero. Sé perfectamente que no podrá ser siempre así y que, como los maestros, deberé industrializarme. Será el momento en que necesite asesores que, con sus ideas, me ayuden a mover los muñecos”.
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